martes, 26 de febrero de 2008

El pobre niño permaneció durante algún tiempo dando boqueadas sobre un colchón fementido, en equilibrio inestable en este mundo y el otro, más inclinado al otro que a estė. Si Oliverio estuviese en este momento rodeado de abuelas cariñosas, nodrizas expertas y medico afamados, el niño hubiese muerto.

Pero como en el orfanato solo se encontraba una pobre vieja, casi siempre borracha por efecto del abuso de la cerveza y un cirujano que prestaba sus servicios al hospicio. El resultado fue que, después de algunos esfuerzo, Oliverio respiro, estornudo y anuncio a los habitantes que desde aquel instante iba a ser una carga más para el hospicio.

Oliverio de la primera prueba de fuerza y libertad de sus pulmones, se agito ligeramente la remendada colcha que en picos desiguales, alzo la cabeza sobre la almohada y murmuro con voz apenas inteligibles las palabras: ¡dejen que vea al niño y moriré!

El cirujano que estaba sentado, frotándose las manos frente la chimenea.

El doctor le dijo: ¿quien piensa en morir?

La enfermera contesto Dios no la quiera, tomando a la vez un líquido de una botella saboreándolo.

La enfermera trata de consolar a la madre y le dice que cuando haya vivido tanto como ella y tenido todos los hijos que ella ya tenia, otra será la forma de pensar.

La medre de Oliverio con tristeza movió la cabeza y estirando las manos para estrechar ha su hijo. Con ternura aplico sus labios sobre su hijo pasando la ves su mano sobre su rostro, al momento de estar contemplado a su hijo cayeron sus brazos con pesadez se postro sobre la almohada.

Fragmento del libro:

El cirujano y la enfermera frotaron su pecho, las manos y las sienes de aquella madre desgraciada, pero la sangre se había helado para siempre.

El cirujano exclamo ¡pobre mujer! ¡Demasiado veo esto! la historia de siempre ... no lleva anillo de boda ...¡buenas noches!

El cirujano salio a comer mientras que la enfermera una vez de llevar la botella verde a sus labios, se sentó en una silla en frente de la chimenea y procedió a vestir al niño.

¡Cuan admirable ejemplo de la influencia del traje ofreció en aquel momento el niño Oliverio! Envuelto en la colcha que hasta entonces fuera su única vestimenta, lo mismo podía ser hijo de un señor a de un mendigo.

Capitulo I


En un lugar conocido como hospicio nació cierto día un niño el cual al inicio prefieren omitir su nombre.

Historia comenzó cuando encontraron los inspectores del orfanato a una mujer embarazada en la calle tirada, al llevarla al hospicio ya estaba a punto de dar a luz.

El cirujano del hospicio atendió de inmediato a la mujer y nació un niño el cual lo llamaron Oliverio, al nacer no tenía muchas defensas.